Gabinete Akro - Psicología Infantil y Adolescente

LA OLA EMOCIONAL DEL CORONAVIRUS

LA OLA EMOCIONAL DEL CORONAVIRUS

La ola emocional del coronavirus es quizás la mas ignorada. Hace un año comenzamos a conocer que una nueva enfermedad quitaba vidas allá a lo lejos en China. ¡Eso está muy lejos!, ¡aquí eso no llega!, ¡estos chinos quieren acabar con occidente! ¡estos chinos se lo comen todo! Escuchábamos por entonces…

El ser humano tiene a veces esta forma de defenderse. No queríamos ver que llegaría y llegó. Es mas fácil defenderse de algo tan gordo culpando a los demás, echando balones fuera e imaginando que somos intocables y que nacimos en la famosa cara buena del mundo, donde nadie puede tocarnos y ningún mal alcanzarnos. Pero llegó.

Llegó para enseñarnos que no somos invencibles, que existe una realidad más allá de la burbuja en la que nos meten, una realidad en la que existe el miedo, el dolor, la incertidumbre… que no hay superhéroes que puedan evitar el dolor, la muerte, la soledad y la enorme sensación de vacío que nos ha dejado este virus.

Llegó para enseñarnos a vivir de otra manera y crecer de alguna otra manera. A valorar de otra manera y a experimentar de forma global, emociones nuevas que no nos tocaba a nosotros, occidentales e intocables sentir. En marzo nos encerraron por el bien común y fuimos tan buenos que logramos doblegar esa famosa curva, haciendo todo aquello que nos pedían.

Jugamos a ser buenos ciudadanos, cantábamos “resistiré” y aplaudíamos a los supuestos héroes que nos iban a salvar. Y lo hicieron, nos salvaron a costa de sus propias vidas. Después nos hicieron creer que todo estaba casi superado y nos dejaron respirar aire en verano. Con ello llegamos a esa segunda ola que se preveía mental y que siguió no solo matando personas sino quitando la vida, en vida, a muchas personas.

Matando ilusiones, quitando el sustento familiar a muchos y siendo doble ola corporal y mental; atusando cuerpos y almas. Llegó la Navidad y con ello nos dejaron reunirnos con nuestra familia, que bondad aquella que nos trajo no solo la tercera ola consabida sino una nueva emoción global a sumar a todas las que teníamos LA CULPA, si señor porque ahora resulta que tenemos la culpa de en un intento del estado de impulsar la economía, nosotros nos hayamos tomado las uvas o hayamos celebrado la Navidad con una parte de nuestra familia, con ventanas abiertas, mascarillas, hidrogeles y distancia social...

¡Que fácil es echarnos la culpa también! Qué fácil les ha resultado crear, desde el miedo (otra emoción que desde marzo nos inyectaron cual vacuna) la culpa y así nos van envenenado emocionalmente a una sociedad que lleva casi un año sumida en una ansiedad y depresión por algo que no hemos decidido.

Añadiendo además otra emoción EL ODIO, sí el odio creando policías de balcón, creando bandos y dividiendo desde ese odio y ese miedo a la sociedad entre buenos y malos, los que cumplen y no, los que se han bajado un poco la mascarilla para respirar son poco menos que el diablo… Es fácil así ocultar la verdadera responsabilidad y a los verdaderos responsables inoculando sin darnos cuenta casi ese odio hacia el otro.

¿Ahora en plena tercera ola, nos toca como sociedad doblegar la curva y a nuestros sanitarios completamente destrozados seguir batallando y perdiendo soldados en el frente… a costa de qué?

La parte menos visible de este iceberg, a costa de la salud mental y emocional. Y es que cada vez mas nos estamos encontrando en consulta niños con ansiedad, miedos, adicciones, depresión, frustración …. Les están quitando el presente y de alguna forma robando su futuro. Pierden a sus abuelos, padres, amigos (con la distancia social y las burbujas) actividades placenteras, la tranquilidad y seguridad de sus padres afectados por todo esto, las visitas familiares, la celebración de fiestas y cumpleaños…

¿Qué esperamos de ellos? . En la calle el discurso, real, pero discurso, de que lo hacen mejor que nosotros, que obedecen normas y mascarillas y distancias y … ¿ellos por dentro qué?, ¿Los escuchamos? O ¿nos da miedo sentir o empatizar con eso que están sintiendo?

En nuestra experiencia como psicólogas infantojuveniles no es cierto que todo esto ESTA BIEN ASI Y NO PASA NADA. Todo pasa a costa de algo. Por un lado, se resquebraja su salud emocional y como hemos dicho vemos aumento de ansiedad, depresión, desequilibrio entre estas energías, adicciones, frustraciones, agresividad, miedos, culpa….

Pero hay otro lado que debemos rescatar de todo esto y que queremos ilustrar con esta imagen. “No son las situaciones las que roban nuestra paz sino la forma de reaccionar ante ellas” Creemos que otra forma de reaccionar ante lo que ocurre es posible, ellos nos la muestran, además.

Van cada día al colegio, estudian, ríen con sus amigos y hacen la mejor versión posible del día….

¿Qué podemos hacer nosotros?

En vez de intentar huir de lo que sucede aceptarlo como lo hacen ellos. SI, ESTO ESTA OCURRIENDO. Para aceptar que en la vida también existe el dolor, la muerte, el miedo, la preocupación, la ansiedad, los malos momentos….

Pero a pesar de ello existe otra forma de verlo o aceptarlo sin más. Enseñarlos a agradecer lo bonito y lo menos bonito que nos ha enseñado algo de cada día, que podemos rezar o meditar para el bien común de la humanidad además de quejarnos, que el silencio nos da respuestas ante la angustia, que la unión hace la fuerza y que podemos buscar en cada día algo para recordar y algo que nos nutra el alma.

Despojándonos de la CULPA, devolviéndola a aquellos que nos la quieren hacer sentir, porque no es nuestra culpa, es una responsabilidad el actuar juntos y de acuerdo para hacer el bien común, empezando por el propio, el de nuestra familia, nuestra comunidad, nuestro mundo finalmente. De todas estas emociones de las que hemos aprendido y que nos ha tocado esta vez vivir, la culpa no nos sirve para nada. FUERA CULPAS.

Tenemos la responsabilidad de entre todos dejarles un mundo mejor, ACEPTANDO lo que vino, APRENDIENDO de ello, SOLTANDO lo que no toca y VIVENDO y FLOTANDO en las olas que nos vengan.

Fuerza y corazón.

Laura Silva.