Muchos niños muestran comportamientos agresivos como pegar, empujar, arañar o morder. Este comportamiento suele aparecer al comenzar Educación Infantil, pero en algunos casos se prolonga a lo largo de los años escolares.
TENER EN CUENTA
- La presencia de estas conductas hasta los 5 o 6 años puede ser un proceso normal, ya que a esa edad, la capacidad de autocontrol es todavía reducida. Pero aunque su presencia forme parte del desarrollo, se trata de comportamientos inadmisibles que hay que corregir.
- El comportamiento agresivo tiene consecuencias negativas para los demás niños porque puede provocar daños y heridas importantes. Pero también tiene consecuencias para el propio agresor. Si este comportamiento se repite, el niño será rechazado y evitado por los demás. Además, está aprendiendo una forma inadecuada de actuar que cuando sea un poco mayor le traerá consecuencias negativas; y por último, un niño o niña agresivo, se arriesga a que sea también objeto de una agresión como respuesta a su conducta por otro niño.
FACTORES QUE PUEDEN ESTAR ASOCIADOS
- El ejemplo de sus padres. Los niños aprenden por imitación y si en el hogar muchas situaciones se resuelven con cierta violencia, el niño aprenderá esa forma de resolver problemas similares.
- Las dificultades de comunicación. Los retrasos del lenguaje o las dificultades para expresarse, favorecen estos comportamientos.
- La exposición a escenas violentas. La exposición a escenas violentas aumenta la agresividad de los niños, porque aprenden un modelo que tratarán de imitarlo posteriormente. Programas de televisión, películas, deportes de lucha, videojuegos y similares, con cierta carga de violencia también contribuyen directamente a que reproduzcan conductas agresivas.
- Ambientes familiares competitivos. Ambientes familiares donde los niños están descuidados, no existen normas coherentes y donde de alguna manera impera la “ley del más fuerte”, son proclives a que se desarrollen comportamientos violentos.
- Poca tolerancia a la frustración y estrés. Los niños que toleran poco las frustraciones o sometidos a situaciones de estrés, también suelen ser más violentos.
- Otras razones que pueden influir son la falta de habilidades sociales para resolver situaciones conflictivas de manera adecuada y sobre todo, que el niño consiga, con su comportamiento violento, dominar a los demás y obtener beneficios, porque de esta manera está recibiendo un “premio” a ese comportamiento inadecuado.
MEDIDAS QUE DEBEN ADOPTARSE
1º. HABLEN CON SU HIJO
- Explíquenle que las conductas violentas como arañar o pegar son inadecuadas y las consecuencias negativas que tienen para los demás niños y para él mismo.
2º. NO EXPONER A ESCENAS VIOLENTAS
- Deben evitar a toda costa que los niños presencien escenas violentas, ya sean en películas, videojuegos, espectáculos deportivos, etc.
- Los niños no distinguen entre la realidad y la ficción y tratarán de reproducir esas situaciones en su vida real.
3º. EJEMPLO EN EL HOGAR
- Los niños aprenden por imitación, el ejemplo que le den a su hijo o hija será decisivo.
- El niño debe ver en sus padres un modelo de afrontar las situaciones dialogando, negociando, pero sin recurrir a la violencia física o verbal. Tengan en cuenta que su hijo les observa y escucha siempre.
4º. ENSEÑELE OTRAS OPCIONES
- Los padres deben enseñarle de manera concreta alternativas a su conducta, es decir, cómo puede resolver las situaciones de otra manera.
- Esto se suele hacer a partir reflexionando sobre episodios sucedidos en el colegio o en contacto con otros niños, por ejemplo, en el parque.
5º. NO REFUERCE LAS CONDUCTAS AGRESIVAS
- Sin querer, muchas familias “premian” el comportamiento agresivo de su hijo. Bromeando, presumen de esta forma de ser ante otros familiares y amigos con comentarios como “preferimos que él pegue a que le peguen”. De esta forma están aprobando el comportamiento de su hijo o hija.
- En otros casos, se etiqueta al niño como “pegón”, lo que también refuerza este tipo de conductas.
6º. ELOGIE Y APRUEBE
- Sorpréndalo resolviendo las situaciones adecuadamente, con sus hermanos u otros niños.
- En esos casos, préstele una especial atención, elógielo y apruebe su conducta.
- Será una forma muy concreta de decirle: “así me gustaría que actuaras la próxima vez”.
7º. ADOPTE MEDIDAS
- Cuando el niño pegue o agreda a otro niño, adopte medidas de manera que ese comportamiento tenga consecuencias negativas. Las medidas se deben adoptar lo antes posible.
- En primer lugar regáñelo y déjele bien claro que no quiere que se comporte así.
- Si acaba de presenciar una reacción violenta, utilice la técnica de “tiempo fuera”: déjelo en un lugar aburrido pero supervisado, tantos minutos como años tiene.
- Otra forma de actuar, consiste en retirarle algunos privilegios: como no poder ver la TV, o retirarle un juguete. Aquí, el criterio general será retirárselo tantas horas como años tiene.
8º. SI NADA FUNCIONA
- Si a pesar de todas las medidas, y pasado un tiempo prudencial el niño o la niña continúa con una conducta agresiva, sería necesario que un especialista valorara el comportamiento para proponer un programa de mejora
Los niños
no son agresivos, sino que se pueden comportar de forma agresiva por algún motivo. Lo primero sería buscar la causa de este comportamiento e intentar actuar lo antes posible. Para que el niño se de cuenta de lo que le está ocurriendo, nada mejor que los cuentos, una forma maravillosa de transmitir valores a los niños.
Algunos manuales a su nivel que os pueden ayudar:
1. Cuando estoy enfadado
Trace Moroney
Con este libro experimentaremos cómo se siente nuestro amigo el conejo cuando se encuentra enfadado. Sentirse enfadado es normal. Lo que no es normal es el comportamiento agresivo que se adopta cuando se está enfadado. El libro tiene páginas en relieve.
2. Cuando estoy enfadado
Lucía Serrano
Hay veces que me enfado mucho, mucho, tanto que asusto. Menos mal que tengo amigos que me hacen olvidar por qué me he enfadado.
3. El pequeño Edu no está enfadado
El pequeño Edu no está enfadado. ¡Está contento! Edu es travieso y hace caer la torre de bloques de su amigo. Pero después los recoge y juntos construyen una nueva torre. Edu ha sido amable. Un libro tierno sobre las expresiones de las emociones. A partir de 18 meses.
3. Nerviosismo, ¿qué sientes?
Violeta Monreal
Dar nombre a lo que se siente es una forma de empezar a conocerse a uno mismo y, por tanto, una forma de madurar. Con la lectura de los títulos de esta colección, revisada por psicólogos, los padres y educadores tendrán una herramienta eficaz para hablar con sus niños y que ellos se identifiquen con algunos de los personajes para, así, empezar a superar algunos aspectos de sus sentimientos que pueden derivar en conductas contraproducentes. A su vez, cada cuento es una divertida y amena historia que los niños disfrutarán leyendo de principio a fin.
Muchos niños muestran comportamientos agresivos como pegar, empujar, arañar o morder. Este comportamiento suele aparecer al comenzar Educación Infantil, pero en algunos casos se prolonga a lo largo de los años escolares.
TENER EN CUENTA
- La presencia de estas conductas hasta los 5 o 6 años puede ser un proceso normal, ya que a esa edad, la capacidad de autocontrol es todavía reducida. Pero aunque su presencia forme parte del desarrollo, se trata de comportamientos inadmisibles que hay que corregir.
- El comportamiento agresivo tiene consecuencias negativas para los demás niños porque puede provocar daños y heridas importantes. Pero también tiene consecuencias para el propio agresor. Si este comportamiento se repite, el niño será rechazado y evitado por los demás. Además, está aprendiendo una forma inadecuada de actuar que cuando sea un poco mayor le traerá consecuencias negativas; y por último, un niño o niña agresivo, se arriesga a que sea también objeto de una agresión como respuesta a su conducta por otro niño.
FACTORES QUE PUEDEN ESTAR ASOCIADOS
- El ejemplo de sus padres. Los niños aprenden por imitación y si en el hogar muchas situaciones se resuelven con cierta violencia, el niño aprenderá esa forma de resolver problemas similares.
- Las dificultades de comunicación. Los retrasos del lenguaje o las dificultades para expresarse, favorecen estos comportamientos.
- La exposición a escenas violentas. La exposición a escenas violentas aumenta la agresividad de los niños, porque aprenden un modelo que tratarán de imitarlo posteriormente. Programas de televisión, películas, deportes de lucha, videojuegos y similares, con cierta carga de violencia también contribuyen directamente a que reproduzcan conductas agresivas.
- Ambientes familiares competitivos. Ambientes familiares donde los niños están descuidados, no existen normas coherentes y donde de alguna manera impera la “ley del más fuerte”, son proclives a que se desarrollen comportamientos violentos.
- Poca tolerancia a la frustración y estrés. Los niños que toleran poco las frustraciones o sometidos a situaciones de estrés, también suelen ser más violentos.
- Otras razones que pueden influir son la falta de habilidades sociales para resolver situaciones conflictivas de manera adecuada y sobre todo, que el niño consiga, con su comportamiento violento, dominar a los demás y obtener beneficios, porque de esta manera está recibiendo un “premio” a ese comportamiento inadecuado.
MEDIDAS QUE DEBEN ADOPTARSE
1º. HABLEN CON SU HIJO
- Explíquenle que las conductas violentas como arañar o pegar son inadecuadas y las consecuencias negativas que tienen para los demás niños y para él mismo.
2º. NO EXPONER A ESCENAS VIOLENTAS
- Deben evitar a toda costa que los niños presencien escenas violentas, ya sean en películas, videojuegos, espectáculos deportivos, etc.
- Los niños no distinguen entre la realidad y la ficción y tratarán de reproducir esas situaciones en su vida real.
3º. EJEMPLO EN EL HOGAR
- Los niños aprenden por imitación, el ejemplo que le den a su hijo o hija será decisivo.
- El niño debe ver en sus padres un modelo de afrontar las situaciones dialogando, negociando, pero sin recurrir a la violencia física o verbal. Tengan en cuenta que su hijo les observa y escucha siempre.
4º. ENSEÑELE OTRAS OPCIONES
- Los padres deben enseñarle de manera concreta alternativas a su conducta, es decir, cómo puede resolver las situaciones de otra manera.
- Esto se suele hacer a partir reflexionando sobre episodios sucedidos en el colegio o en contacto con otros niños, por ejemplo, en el parque.
5º. NO REFUERCE LAS CONDUCTAS AGRESIVAS
- Sin querer, muchas familias “premian” el comportamiento agresivo de su hijo. Bromeando, presumen de esta forma de ser ante otros familiares y amigos con comentarios como “preferimos que él pegue a que le peguen”. De esta forma están aprobando el comportamiento de su hijo o hija.
- En otros casos, se etiqueta al niño como “pegón”, lo que también refuerza este tipo de conductas.
6º. ELOGIE Y APRUEBE
- Sorpréndalo resolviendo las situaciones adecuadamente, con sus hermanos u otros niños.
- En esos casos, préstele una especial atención, elógielo y apruebe su conducta.
- Será una forma muy concreta de decirle: “así me gustaría que actuaras la próxima vez”.
7º. ADOPTE MEDIDAS
- Cuando el niño pegue o agreda a otro niño, adopte medidas de manera que ese comportamiento tenga consecuencias negativas. Las medidas se deben adoptar lo antes posible.
- En primer lugar regáñelo y déjele bien claro que no quiere que se comporte así.
- Si acaba de presenciar una reacción violenta, utilice la técnica de “tiempo fuera”: déjelo en un lugar aburrido pero supervisado, tantos minutos como años tiene.
- Otra forma de actuar, consiste en retirarle algunos privilegios: como no poder ver la TV, o retirarle un juguete. Aquí, el criterio general será retirárselo tantas horas como años tiene.
8º. SI NADA FUNCIONA
- Si a pesar de todas las medidas, y pasado un tiempo prudencial el niño o la niña continúa con una conducta agresiva, sería necesario que un especialista valorara el comportamiento para proponer un programa de mejora
Los niños
no son agresivos, sino que se pueden comportar de forma agresiva por algún motivo. Lo primero sería buscar la causa de este comportamiento e intentar actuar lo antes posible. Para que el niño se de cuenta de lo que le está ocurriendo, nada mejor que los cuentos, una forma maravillosa de transmitir valores a los niños.
Algunos manuales a su nivel que os pueden ayudar:
1. Cuando estoy enfadado
Trace Moroney
Con este libro experimentaremos cómo se siente nuestro amigo el conejo cuando se encuentra enfadado. Sentirse enfadado es normal. Lo que no es normal es el comportamiento agresivo que se adopta cuando se está enfadado. El libro tiene páginas en relieve.
2. Cuando estoy enfadado
Lucía Serrano
Hay veces que me enfado mucho, mucho, tanto que asusto. Menos mal que tengo amigos que me hacen olvidar por qué me he enfadado.
3. El pequeño Edu no está enfadado
El pequeño Edu no está enfadado. ¡Está contento! Edu es travieso y hace caer la torre de bloques de su amigo. Pero después los recoge y juntos construyen una nueva torre. Edu ha sido amable. Un libro tierno sobre las expresiones de las emociones. A partir de 18 meses.
3. Nerviosismo, ¿qué sientes?
Violeta Monreal
Dar nombre a lo que se siente es una forma de empezar a conocerse a uno mismo y, por tanto, una forma de madurar. Con la lectura de los títulos de esta colección, revisada por psicólogos, los padres y educadores tendrán una herramienta eficaz para hablar con sus niños y que ellos se identifiquen con algunos de los personajes para, así, empezar a superar algunos aspectos de sus sentimientos que pueden derivar en conductas contraproducentes. A su vez, cada cuento es una divertida y amena historia que los niños disfrutarán leyendo de principio a fin.