Gabinete Akro - Psicología Infantil y Adolescente

EL DUELO EN LOS NIÑOS

¿Que pasa ante la muerte de un familiar para un niño? Esta semana en nuestro Blog desde gabinete de psicología Akro, queremos hablaros del duelo en los niños. Para un niño que vive el suceso de la muerte de un familiar el acontecimiento puede desequilibrar su esfera emocional, cognitiva y conductual y las reacciones pueden ser diferentes a la de los adultos. Esto también veremos que va a depender de la edad. - Los niños de edad pre-escolar creen que la muerte es temporal y reversible, con lo que el “dolor emocional” es menor; esta creencia está reforzada por los personajes en dibujos animados que se mueren y reviven otra vez. Además de tener una visión más simple y sin juicios sobre la vida, esto le ayuda a procesar la muerte con mayor naturalidad. - Los niños de entre cinco y nueve años han desarrollado una mayor capacidad cognitiva comienzan a pensar más como los adultos acerca de la muerte, pero todavía no pueden imaginarse que ellos o alguien que ellos conocen pueda morir. Es algo que les ocurre por así decirlo a los demás. A la conmoción y a la confusión que sufre el niño que ha perdido su ser querido se le añade la falta de atención adecuada de otros familiares que lloran esa misma muerte y que no pueden asumir adecuadamente la responsabilidad normal de cuidar al niño. Es recomendable que otro familiar cercano pudiera suplir esta función si es posible. Los padres deben de estar conscientes de cuáles son las reacciones normales de los niños ante la muerte de un familiar, así como de las señales que indican que el niño está teniendo dificultad enfrentándose a la pena. Es normal que durante las semanas siguientes a la muerte algunos niños sientan una tristeza profunda o que persistan en creer que el familiar querido continúa vivo. Sin embargo, la negación a largo plazo a admitir que la muerte ocurrió, o el evitar las demostraciones de tristeza, no es saludable y puede resultar en problemas más severos en el futuro. Provocando una patologización del duelo. No se debe obligar a un niño asustado a ir al velorio o al entierro de un ser querido; como tampoco es conveniente negárselo si el niño lo pide. Ya que el verlo de forma natural, como un proceso inevitable que pone fin a un periodo y es algo natural, es lo más sano emocionalmente. De cualquier forma el honrar o recordar a la persona de alguna manera, como por ejemplo, encender una velita, decir plegarias, preparar un álbum de recortes, revisar las fotografías o el contar una historia, puede ser de mucha ayuda. A los niños se les debe de permitir el expresar su pérdida y pena como ellos crean. Una vez que el niño acepta la muerte, es normal que manifieste su tristeza de vez en cuando a través de un largo período de tiempo, a veces en momentos inesperados. Sus parientes sobrevivientes deben de pasar todo el tiempo posible con el niño y hacerle saber bien claro que tiene permiso para manifestar sus sentimientos libre y abiertamente. Si la persona muerta era esencial para la estabilidad del mundo del niño, la ira es una reacción natural. Esta ira se puede manifestar en juegos violentos, pesadillas, irritabilidad o en una variedad de otros comportamientos. A menudo el niño mostrará enojo hacia los miembros sobrevivientes de la familia, llegando incluso a culparlos del triste acontecimiento. Después de la muerte de un padre o una madre, muchos niños actuarán como si tuviesen menor edad. El niño temporeramente actúa de manera más infantil exigiendo comida, atención, cariño y habla como un bebé. Los niños más pequeños frecuentemente creen que ellos son la causa de lo que sucede a su alrededor. El pequeño puede creer que su papá, abuelito, hermano o hermana se murió porque él una vez cuando estaba enfadado deseó que se muriera. El niño se siente culpable porque cree que su deseo se "realizó”. Es por ello que debemos estar presentes y atentos ante estas fantasías y corregirlas amorosamente. Cuando vemos dificultades más allá de las comentadas que además se cronifican debemos tomar medidas. Los niños con problemas serios de pena y de pérdida pueden mostrar una o más de las siguientes señales: • un período prolongado de depresión durante el cual el niño pierde interés en sus actividades y eventos diarios • insomnio, pérdida del apetito o el miedo prolongado a estar solo • regresión a una edad más temprana por un período extendido de tiempo • imitación excesiva de la persona muerta • decir frecuentemente que quisiera irse con la persona muerta • aislamiento de sus amiguitos • deterioro pronunciado en los estudios o el negarse a ir a la escuela Si estos síntomas persisten, puede que se necesite ayuda profesional. En nuestro centro, el gabinete de psicología Akro, tenemos amplia experiencia en el trabajo con niños en los que los duelos se han cronificado o se han hecho patológicos.